Salmos 92:1-15
Salmo. Cántico para entonar el día de descanso.
Es bueno dar gracias al Señor,
cantar alabanzas al Altísimo.
Es bueno proclamar por la mañana tu amor inagotable
y por la noche tu fidelidad,
al son de un instrumento de diez cuerdas, un arpa
y la melodía de la lira.
Todo lo que has hecho por mí, Señor, ¡me emociona!
Canto de alegría por todo lo que has hecho.
¡Oh Señor, qué grandes son tus obras!
Y qué profundos son tus pensamientos.
Solo un simplón no sabría
y solamente un necio no entendería que
aunque los malvados broten como maleza
y los malhechores florezcan,
serán destruidos para siempre.
Tú, oh Señor, para siempre serás exaltado.
Tus enemigos, Señor, sin duda perecerán;
todos los malhechores quedarán esparcidos.
Pero tú me has hecho fuerte como un buey salvaje;
me has ungido con el mejor aceite.
Mis ojos vieron la caída de mis enemigos;
mis oídos escucharon la derrota de mis perversos oponentes.
Pero los justos florecerán como palmeras
y se harán fuertes como los cedros del Líbano;
trasplantados a la casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
Incluso en la vejez aún producirán fruto;
seguirán verdes y llenos de vitalidad.
Declararán: «¡El Señor es justo!
¡Es mi roca!
¡No existe maldad en él!».