Mateo 19:1-9
Cuando Jesús terminó de decir esas cosas, salió de Galilea y descendió a la región de Judea, al oriente del río Jordán. Grandes multitudes lo siguieron, y él sanó a los enfermos.
Unos fariseos se acercaron y trataron de tenderle una trampa con la siguiente pregunta:
—¿Se permite que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo?
Jesús respondió:
—¿No han leído las Escrituras? Allí está escrito que, desde el principio, “Dios los hizo hombre y mujer” . —Y agregó—: “Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo”. Como ya no son dos sino uno, que nadie separe lo que Dios ha unido.
—Entonces—preguntaron—, ¿por qué dice Moisés en la ley que un hombre podría darle a su esposa un aviso de divorcio por escrito y despedirla?
Jesús contestó:
—Moisés permitió el divorcio solo como una concesión ante la dureza del corazón de ustedes, pero no fue la intención original de Dios. Y les digo lo siguiente: el que se divorcia de su esposa y se casa con otra comete adulterio, a menos que la esposa le haya sido infiel.