Ezer Equipada: El Fruto del Control Propio
La Biblia define el control propio como fruto del Espíritu Santo en la vida del creyente. En 2 Timoteo 1:7 leemos, “Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor y timidez sino de poder, amor y autodisciplina.”
Una de mis luchas es el poder dominarme ante cualquier circunstancia o evento. Cuando me veo expuesta, es allí dónde mis emociones e impulsos son fácilmente expresados; puedo pensar, hablar o cometer actos que no ayudan en el momento. Por ejemplo: yo amo la comida y mi esposo es de muy poco comer, cuando intentaba cuidarme (hacer dieta) y salíamos a cualquier reunión, él me decía: “epa estás comiendo mucho”, ¡en mi mente hasta allí llegaba la fiesta y mi felicidad con ella! Yo le contestaba: “pero no ves lo que me serví, déjame en paz, ya vas a comenzar”. Sentía que él me acosaba apenas me había servido, sentía mucha rabia y me sentía controlada por él. Dos cosas estaban sucediendo: yo no tenía el dominio o control de no tomar esos alimentos (ya que me había prometido no hacerlo para cumplir mi dieta) y mucho menos dominar mis impulsos, mi rabia y mi lengua. Reaccionaba de forma inadecuada en ambas.
Santiago nos dice: “Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea.” (Santiago 1:19-20) Podemos vivir según nuestra carne o según el Espíritu de Dios. Cada vez que permitimos que nuestros deseos e impulsos nos controlen, nos privamos de que su fruto se produzca en nosotras.
No quisiera exagerar al decirles que es real la lucha entre la carne y el Espíritu. En Gálatas 5:16-25 podemos ver ejemplos de la diferencia de una vida guiada por la naturaleza pecaminosa y una vida guiada y llena del Espíritu Santo. La falta de control propio traerá siempre consecuencias a nuestras vidas. Por ejemplo: una mala reacción, una mala palabra y hasta puede acabar con una relación de trabajo, de amistad, e incluso una relación sentimental. Como hijas de Dios, tenemos la elección de permanecer en Él y vivir una vida llena del Espíritu Santo. Él nos capacita para seguir creciendo y para reflejar todo lo que Él es.
“En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas! Los que pertenecen a Cristo Jesús han clavado en la cruz las pasiones y los deseos de la naturaleza pecaminosa y los han crucificado allí. Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida.” -Gálatas 5:22-25
Dios les bendiga,
Mariela Rodriguez Chirinos
Leer:
Toma un tiempo para leer, meditar y pensar en las siguientes Escrituras:
Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas.
Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa. La naturaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu.
Un necio se enoja enseguida, pero una persona sabia mantiene la calma cuando la insultan.
Reflexionar:
Te animamos a usar estas preguntas para reflexionar, escribir una oración a Dios y conversar con una amiga, tu familia o alguien cercano.
- ¿Sabes controlarte en momentos difíciles?
- ¿ Recuerdas alguna situación apremiante en la que tuviste que ejercer el control o el dominio propio?
- ¿Crees que puedes tener dominio propio en tu vida?
- ¿Cómo puedes crecer en el área del dominio propio?.